
La semana pasada recibí un correo electrónico del Departament d'Educació en el que me anunciaban que, como tenía derecho a un nombramiento en el mes de julio, debía acudir a un instituto del 1 al 7 de julio, además de asistir a los cursos de formación para profesores que ya son habituales para nosotros en este período. Tuve la suerte de que se me adjudicara el último en el que estuve, el Pla Farreras de Sant Cugat, mucho mejor como ambiente y proximidad que el de Sabadell, al que no deseo volver ni en sueños.
Llamé al citado instituto para comunicarle al director la noticia y, al cabo de unos segundos éste me preguntó si la llamada no era una broma. Y es que, realmente es absurdo que vayamos a un centro sólo para cumplir un horario, teniendo en centa que no tenemos nada que hacer: ni el instituto será nuestro siguiente destino, ni se nos adjudican clases ni tareas, ni podemos aprender nada de las reuniones que tienen lugar en los diversos departamentos.
Pero, claro, el Departament piensa que, dado que vamos a cobrar, bien puede exigirnos que "trabajemos" hasta el final de curso oficial. Sí, yo no me opongo, pero ¿por qué no pensaron en crear algunas tareas formativas en lugar de improvisar de cara a la opinión pública, que parece ser su único referente?
Los profesores interinos y sustitutos ya asistimos a cursos de formación las dos primeras semanas de julio, y somos nosotros quienes los escogemos de acuerdo con nuestros gustos y especialidades... Han eliminado los cursos de mañana para que nadie pueda aducir su asistencia y negarse a hacer acto de presencia en un centro, con lo cual nos quitan la posibilidad de hacer uno o dos cursos más de mañana que también podrían ser interesantes y reportarnos más beneficios intelectuales y formativos.
Así que, ayer viernes me levanté temprano (se puede decir que casi no dormí, como me sucede siempre que tengo que madrugar), tomé el tren y me personé en el instituto de Sant Cugat a las nueve en punto de la mañana. La jefa de estudios me recibió con simpatía y me dijo que esperase al director a ver qué podíamos hacer...
La sala de profesores estaba vacía, estuve sola hasta las nueve y media, hora a la que fueron apareciendo a cuentagotas los profesores titulares y contratados hasta el 31 de agosto. La sorpresa de éstos al verme les condujo a la ironía de decir que tenían unos picos y unas palas para que acabásemos las obras del patio que estaban haciendo. Yo sugerí el trabajo en el huertecillo, pues la naturaleza siempre es más generosa que las piedras.
Y así pasó la primera hora: comentando las cuitas de cada cual en las oposiciones, debatiendo la actual situación política, intercambiando datos y referencias de una cosa y otra... Y cuando me pareció que "on no hi ha, no raja", es decir, que o me inventaba yo la tarea o me iba a pasar el rato dando conversación a los colegas, saqué el libro que debo traducir del inglés al español, me coloqué delante de un ordenador y me dispuse a continuar con el trabajo que hubiera hecho en casa, empezando a esa misma hora, porque, como he dicho, no soy amiga de los madrugones.
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