viernes, 29 de julio de 2011

COMPETENCIAS BÁSICAS, o el arte infinitimante fecundo (2)



Estas reflexiones surgen tras la visita a la exposición de Faustí Llucià Libro-catálogo de las 'Y' del relato de Jorge Luís Borges "El jardín de los senderos que se bifurcan en la galería Esther Monturiol de Barcelona (y que forma parte de una colectiva de homenaje al escritor argentino cuando se cumplen 25 años desde que abandonó este mundo).

Siguiendo con la línea de reflexión metafísica con la que acabé el anterior post, resumiría la obra de Faustí diciendo que es una y trina. La unidad es temática y se remite a esa obra inquietante del autor argentino, que él mismo modestamente redujo al género policial, en la que un personaje cuenta en primera persona un hecho que sellará su destino a la vez que cumple con una misión que le trasciende. La trinidad se encuentra en la diversidad de lenguajes y soportes que ha utilizado el artista catalán para materializar lo que esa lectura le inspiró.
Al entrar en la galería, un antiguo almacén textil del Eixample barcelonés, con sus techos altos y espacios despejados, vemos una pared cubierta con hojas en tamaño Din-A3 en las que se repite un mismo motivo: dos trazos diagonales, uno más largo que el otro, que se encuentran en un punto del espacio del papel. A distancia, esa maraña de trazos tiene un algo de vegetal, como si fueran tallos estilizados, optimistas, que remiten a un tipo de pintura ya clásica basada en la abstracción de la naturaleza, transformada en concepto. Pero no es así en este caso: si nos acercamos vemos que, junto a esos trazos, hay unas palabras que no parecen tener ninguna conexión entre sí. Hay que volver al título de la exposición para entender que los trazos son la imagen de la y griega, que Faustí Llucià contabilizó en el relato tan como un dato misterioso y necesario como la trama que narraba Borges, y que las palabras en minúscula están extraídas de la historia.

El segundo elemento material de la obra es un recipiente de metal muy grueso y pulido que contiene el libro-catálogo que da nombre al conjunto. Cuando habla de este proyecto, Faustí nos recuerda que ya trabajó con este material anteriormente pero que aquellas cajas (citar obra*) no tienen nada que ver con ésta. Aquí, la caja está apoyada en la pared y contiene las impresiones en papel de alto gramaje con el resto de la colección de Y griegas que desgajó del relato. Produce una sensación curiosa el contraste entre la pesadez del material contenedor y la ligereza, física y conceptual, del contenido, es decir, de las hojas de papel que parecen flotar una encima de la otra.

El tercer elemento es el más sorprendente, y el que me ha llevado a incluir esta reseña en un blog que está pensado para hablar sobre temas relacionados con la enseñanza. Se trata de una pantalla de vídeo en la que se ve un encadenamiento de rostros adolescentes que enuncian con gran convicción un conjunto de palabras, sin ninguna relación de continuidad. En todos los enunciados está la conjunción Y, que nos devuelve al relato El jardín de los senderos que se bifurcan (http://www.literatura.us.borges/jardin/html) y la aparente sencillez de su sintaxis. Para no distraer al espectador, el vídeo original en color se ha convertido a un suave blanco y negro que atrae sin dificultad la mirada sobre el fundido-encadenado de las caras aún sin consolidar de los alumnos de 4º de la ESO de un instituto público barcelonés que se prestaron al juego que el artista les proponía.

Y ahora viene el quid de la cuestión, el punto en el que, en lugar de bifurcarse, coinciden creativamente el camino de la experiencia personal y el de la expresión artística. Al contrario que Borges, cuya experiencia de la vida es primero libresca (como demuestra este cuento con sus referencias a la historia de China, Alemania, Inglaterra, etc.) y posteriormente la que le procuraba su condición de maestro de las letras argentinas, Faustí parte de un hecho muy íntimo que no tiene pudor en revelar porque constituye la base de su actual experiencia del mundo. Y esta no es otra que la condición de padre.

jueves, 28 de julio de 2011

COMPETENCIAS BÁSICAS o el arte infinitamente fecundo (1)

Los placeres de la mente son incontables. Y, para mí, uno de los más indefinibles y por ello atractivos, es el de la creatividad. En las biografías de artistas, sobre todo fotógrafos, me detengo en ese momento en el que se decide su camino: a veces es una elección fortuita, a veces el desenlace previsible de una afición, otras veces es un salvavidas emocional, vital, o el resultado de una asociación afortunada con alguien que ejerce de mentor, tal vez menos dotado pero no siempre... Ese momento crucial se relata en retrospectiva como una crisis, aunque a mí me parece más acertada la comparación con la metamorfosis de la marisposa y el estado de latencia de su ser final, el que está destinado a ser porque no puede ser algo distinto.

Se dice, tal vez como consuelo o como estímulo, que todos somos creativos y que aplicamos nuestra creatividad en todas las fases de la vida, no solamente en la producción de objetos estéticos. Pero esa creatividad no me resulta interesante porque casi siempre es un parche que aplicamos en nuestras vidas para seguir adelante con ella.

A mí me interesa y me fascina el momento en que se produce la chispa de la creación, es decir, cuando en la mente fecunda una idea que se convertirá en algo que su creador llegará contemplar como algo muy propio y a la vez ajeno.

Me imagino a los científicos conectando electrodos en la cabeza de algunos voluntarios intentando captar las descargas eléctricas que emite el cerebro mientras se encuentra ocupado en tareas unánimente consideradas creativas. Y es posible que lleguen a cartografiar la zona exacta del cerebro donde se produce el primer destello, a trazar su recorrido y sus relaciones neuronales y demás. Pero, al final, estarán tratando de lo inefable, de lo que no puede ser contado ni reproducido sino vivido desde lo más íntimo de uno mismo.

Por eso se repite tantas veces la misma pregunta: "¿Cómo se le ocurrió el tema de su libro/pintura/canción/etc.?", como si el origen de una idea pudiera darnos la respuesta a la pregunta primigenia: "¿Qué somos? ¿Por qué nos comportamos así? ¿De dónde viene todo esto? ¿Para qué sirve?"

CONTINUARÁ




miércoles, 20 de julio de 2011

ESCUELA DE CALOR (1). El inglés de los pobres



Este año me apunté a dos cursos completamente distintos. El primero: Correcció, normativa i ús del català pretendía dotarnos de criterios para corregir textos catalanes actuales. La mayoría de los compañeros son profesores especializados y unos pocos profesionales de instituciones públicas que deben manejarse con textos que exigen un dominio muy elevado de la norma.

Cualquiera que lea esto pensará que el mínimo exigible en un empleado obligado a redactar comunicados y textos formales es tener un dominio absoluto de los registros lingüísticos de su idioma. Es improbable que un hospital (por nombrar una institución universal) inglesa, francesa o italiana contrate a personal para su Gabinete de Prensa que tenga que detenerse a reflexionar sobre el uso de pronombres, preposiciones, gerundios ¡o el ser y el estar! Y que dentro de estas reflexiones uno de los valores fundamentales para utilizarlos sea la consideración de ser más o menos "genuino".

Pero, claro, es que no estamos hablando de cualquier idioma. Estamos hablando del catalán. Una lengua románica que ha sufrido una evolución bifurcada. Por un lado está la lengua natural, la que se ha conservado dentro del núcleo familiar y/o en territorios pequeños donde era la única herramienta de comunicación entre hablantes dejados de la mano de los poderes fácticos y que por eso ha podido conservar una riqueza léxica digna de admiración. Y por otra la lengua académica sistematizada desde finales del XIX con la creación del Diccionari y los posteriores añadidos y mejoras en función de los cambios socioculturales.

La Normalización derivada de la reinstauración de la democracia en España ha implantado el catalán como lengua vehicular en la escuela con el fin de salvarla de la desaparición y de mejorar el dominio de sus hablantes, soñando en generaciones de estudiantes capaces de manejarse perfectamente en las dos lenguas oficiales del Estado.

Pero después de casi un cuarto de siglo de inmersión (si no me equivoco en los cálculos) el resultado de ese programa puede considerarse globalmente un fracaso rotundo. El empobrecimiento lingüístico es manifiesto en castellano y en catalán. ¿Por qué?

Pues, como decía mi madre: entre todos la mataron y ella sola se murió.

No voy a detenerme a examinar cuáles son los fallos del sistema, y cómo se explica que varias generaciones de jóvenes nacidos o criados y escolarizados en Cataluña no tengan un excelente dominio de su idioma. Salvo honrosas excepciones, que más se deben a la influencia familiar o a la automotivación que a la calidad de los currículums escolares, se escribe y se habla mal en castellano, y el catalán es para muchos alumnos de ciudades grandes y medianas una lengua que hay que conocer pero cuyo uso se procura evitar en la medida de lo posible.

Por eso sigue sorprendiéndome el énfasis ingenuo que ponen políticos y docentes en enseñar inglés desde la más tierna infancia, insistiendo en su carácter de herramienta de comunicación global, universal. Por mi experiencia sé que la mayoría de los alumnos que cursan la ESO, -muchos de los cuales abandonarán los estudios sin titularse y otros no llegarán a acabar los ciclos formativos en los que se habrán precipitado hastiados de recibir los mismos conceptos año tras año..., no van a usar el inglés ni para ligar y como mucho van a aprenderse de oído la canción de moda del/la sex-symbol del momento sin entenderla e incapaces de generar frases nuevas a partir de esas mismas palabras.

Y a esos mismos colegas que se sorprenden como si les soltara una boutade que el inglés es para la mayoría de los alumnos una lengua muerta tan útil como el latín les digo que lo que deberían hacer es promover el conocimiento del catalán como la auténtica herramienta de promoción social para la mayoría de los residentes en Cataluña, tanto si son nativos como si no.

En definitiva, un buen dominio del catalán, antes que del inglés o cualquier otra lengua extranjera, es lo que hará que muchos de los jóvenes y no tan jóvenes que ahora se conforman con trabajos mal pagados lleguen a ascender en la escala social e incluso puedan llegar a sustituir en cargos y responsabilidades a aquellos que, por nacimiento o contactos, rigen y dirigen desde siempre la marcha de nuestra comunidad.

domingo, 17 de julio de 2011

"Detenida la mano derecha del magnate" o La metonimia me mata

"La policía británica detiene a la mano derecha de Murdoch por el escándalo de las escuchas". EL PAÍS. Madrid, 17-07-2011.
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Ya sabemos que el lenguaje periodístico se basa en el uso de figuras retóricas como la metáfora y la metonimia ((Del lat. metonymĭa, y este del gr. μετωνυμία). 1. f. Ret. Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc.; p. ej., las canas por la vejez; leer a Virgilio, por leer las obras de Virgilio; el laurel por la gloria, etc. ), y los lectores se han familiarizado tanto con algunas de ellas que parece que se han convertido en términos que no necesitan más explicaciones y que cualquiera utiliza sin recordar que en cierta manera son "realidades de segunda mano".

Como las noticias suelen remitirse a otras que se presentaron en días previos y que el lector conoce aunque sea someramente, los titulares se remmiten a este conocimiento compartido y se lanzan a redactar buscando la concisión y el impacto en pocas palabras. Así sucede como en este titular, que el lector desprevenido visualiza el contenido de la frase literalmente y se imagina una mano siendo esposada y llevada a comisaria, donde procederá a hacer declaraciones acerca de los asuntos que la han hecho merecer esa pena.

Conclusión: cuidad la partes y no déis por sabido el todo.

miércoles, 6 de julio de 2011

"Comerán y sobrará", o milagros laicos




Nunca había estado en un instituto después de que acabara el curso y la verdad es que genera una sensación intensa de provisionalidad. No se escucha el vocerío juvenil, la pista deportiva está vacía y ¡no hay que pedir la llave para ir al lavabo!


Profesores, directivos y administrativos prosiguen con sus reuniones y trabajos en grupo, que no sólo tienen que ver con la matrícula y la preparación de grupos y programaciones... El mes de julio es también la época en la que se remozan algunas dependencias y a veces hasta se realizan obras importantes.


En éste han eliminado los magníficos departamentos de cada especialidad y los han reducido a dos. ¿Por qué? Al parecer, la matrícula ha crecido de forma notable y se necesitan más aulas. No sólo se debe al aumento de la natalidad de los años noventa, niños que ahora entran en el instituto; también la crisis económica hace que algunas familias prefieran ahorrarse los gastos extras de los colegios concertados o privados y opten por lo público.


Pero como el espacio es el que es y seguramente los demás institutos del municipio deben de estar afrontando la misma situación, no es posible transferir alumnos a otros centros y seguir siendo el instituto tranquilo y de nivel alto que lleva siendo desde hace décadas. Hay que hacer frente a los hechos ¿Cómo acoger a muchos más alumnos de lo habitual en un espacio delimitado y sin posibilidad de ampliarse?


Pues nada, se eliminan departamentos y que se estén más juntitos los profes, que parece que eso les gusta, a tenor de la camaradería que reina en la Sala de profesores. Claro que los hay territoriales y ponen mal gesto cuando una novata como yo se sienta en "su" silla, pero esperemos que la sangre no llegue al río. O que vayan apuntándose a cursillos de educación emocional, que encima "dan puntos".
¿Y los alumnos? Aquí no hay ningún problema: se sube la ratio y problema resuelto. Además, está científica y empíricamente demostrado que a los adolescentes les encanta estar arracimados y "quant més siguem més riurem"... por lo que no es de esperar que haya quejas por parte de ellos cuando se vean 30 en un aula. Si acaso algún progenitor hará notar su desacuerdo en una Carta al Director quejándose de que con esa ratio su hijo no consigue oír bien a la profesora y que las clases de idioma son imposibles o que..., pero, bueno, el derecho al pataleo no se le niega a nadie. Esto es una democracia.

¿Alguien ha preguntado por ahí qué es la ratio? Eso es que no es ni conoce a un profesor. La dichosa palabreja tiene a menudo dolorosas connotaciones para los docentes, pues remite a la cantidad de criaturas con las hormonas desatadas que se encontrará en el aula... y la probabilidad de que impartir clases resulte imposible o heroico.
Porque ¿algún ingenuo había pensado que al aumentar los alumnos, también lo haría proporcionalmente el número de profesores? Si es así, ya puede quitarse la venda de los ojos y comprobar de cerca cómo se traduce el programa de recortes contra la crisis en el sector educativo: a más alumnos, menos profesores.

Por eso, al milagro que están tratando de convocar los principales implicados para dar una solución satisfactoria a las exigencias de la Administración de recortar sin que se resiente la calidad del servicio público, yo le llamo multiplicar los panes por los peces. Vamos, que se trata de hacer que parezca que los recursos no han menguado sino que se han incrementado. Estarán conmigo que, al lado de esto, lo de Jesucristo parece hasta fácil.

sábado, 2 de julio de 2011

TIENES UN E-MAIL



La semana pasada recibí un correo electrónico del Departament d'Educació en el que me anunciaban que, como tenía derecho a un nombramiento en el mes de julio, debía acudir a un instituto del 1 al 7 de julio, además de asistir a los cursos de formación para profesores que ya son habituales para nosotros en este período. Tuve la suerte de que se me adjudicara el último en el que estuve, el Pla Farreras de Sant Cugat, mucho mejor como ambiente y proximidad que el de Sabadell, al que no deseo volver ni en sueños.

Llamé al citado instituto para comunicarle al director la noticia y, al cabo de unos segundos éste me preguntó si la llamada no era una broma. Y es que, realmente es absurdo que vayamos a un centro sólo para cumplir un horario, teniendo en centa que no tenemos nada que hacer: ni el instituto será nuestro siguiente destino, ni se nos adjudican clases ni tareas, ni podemos aprender nada de las reuniones que tienen lugar en los diversos departamentos.

Pero, claro, el Departament piensa que, dado que vamos a cobrar, bien puede exigirnos que "trabajemos" hasta el final de curso oficial. Sí, yo no me opongo, pero ¿por qué no pensaron en crear algunas tareas formativas en lugar de improvisar de cara a la opinión pública, que parece ser su único referente?

Los profesores interinos y sustitutos ya asistimos a cursos de formación las dos primeras semanas de julio, y somos nosotros quienes los escogemos de acuerdo con nuestros gustos y especialidades... Han eliminado los cursos de mañana para que nadie pueda aducir su asistencia y negarse a hacer acto de presencia en un centro, con lo cual nos quitan la posibilidad de hacer uno o dos cursos más de mañana que también podrían ser interesantes y reportarnos más beneficios intelectuales y formativos.

Así que, ayer viernes me levanté temprano (se puede decir que casi no dormí, como me sucede siempre que tengo que madrugar), tomé el tren y me personé en el instituto de Sant Cugat a las nueve en punto de la mañana. La jefa de estudios me recibió con simpatía y me dijo que esperase al director a ver qué podíamos hacer...

La sala de profesores estaba vacía, estuve sola hasta las nueve y media, hora a la que fueron apareciendo a cuentagotas los profesores titulares y contratados hasta el 31 de agosto. La sorpresa de éstos al verme les condujo a la ironía de decir que tenían unos picos y unas palas para que acabásemos las obras del patio que estaban haciendo. Yo sugerí el trabajo en el huertecillo, pues la naturaleza siempre es más generosa que las piedras.

Y así pasó la primera hora: comentando las cuitas de cada cual en las oposiciones, debatiendo la actual situación política, intercambiando datos y referencias de una cosa y otra... Y cuando me pareció que "on no hi ha, no raja", es decir, que o me inventaba yo la tarea o me iba a pasar el rato dando conversación a los colegas, saqué el libro que debo traducir del inglés al español, me coloqué delante de un ordenador y me dispuse a continuar con el trabajo que hubiera hecho en casa, empezando a esa misma hora, porque, como he dicho, no soy amiga de los madrugones.