domingo, 30 de octubre de 2011

MARY POPPINS Y LA MADRASTRA



       Las despedidas de los institutos también tienen su peculiaridades. Unas veces se entra con buen pie en un grupo o incluso en todo el instituto y el trabajo y una misma son bien recibidos por los alumnos, hecho que, como dice el que le escribe los discursos al Rey, "es motivo de honda satisfacción".
      A veces, en cambio, se tiene la impresión de estar usurpando el puesto de una dama maravillosa (porque en Francés siempre son mujeres), un dechado de virtudes que en pocos meses parecía haber desentrañado los misterios de la adolescencia y con su carisma y comprensión conquistado el corazón de ese público exigente, imprevisible y contradictorio que se comporta y considera a sí mismo como un cliente abonado a un gran espectáculo. Esos mismos que, cuando la tarea o la exigencia les resultan ingratas, te miran como a la Madrastra de Blancanieves y hacen la pregunta clave: "¿Cuándo vendrá la profesora? 
     Los mismos, por cierto, que se levantan como una sola voz indignados ante la previsión de un examen: "Pero, ¿cómo vamos a hacer un examen? ¡Si no sabemos nada!" Si mi respuesta es que estaba programado y ellos avisados y que yo me limito a transmitir el mensaje, la respuesta apenas presenta variaciones de un centro a otro: "Con Fulanita nunca hacemos nada. a) En todo lo que va de curso sólo hemos hecho tres páginas/lecciones. b) En los tres meses/años que llevamos con ella ha estado de baja un montón de veces. c) Sólo nos pone películas. d) Yo no pienso hacer el examen/Tenemos 3 exámenes ese día. ¿Por qué no lo dejamos para la semana siguiente/¡No hay derecho! Vamos a quejarnos ahora mismo al/la tutor/a."
     Puede suceder que la profesora de baja, a la que yo denomino "La meva malalta" (o sea, "mi enferma"), realmente sea laxa en el desempeño de sus funciones y que eso se conjugue con un sincero afán de aprender por parte de algunos alumnos, que se han sentido abandonados o menospreciados por parte de la docente en cuestión. Estos son los que mejor me reciben y los que parecen creer en la posibilidad de rehabilitarse moral o intelectualmente con una profesora sustituta.
       Cuando llega el momento de la despedida, unos verbalizan la decepción por mi partida de una forma educada y amable, cosa que me halaga y me hace sentir la sensación de "misión cumplida" y de cerrar el ciclo correctamente antes de disponerme a recibir un nuevo destino. También se ha dado el caso de que tanto ellos como yo estemos deseando que finalice el periodo de sustitución. En un instituto del Vallés Oriental al que no volvería ni loca me prepararon las alumnas de 4º de la ESO una anti-despedida que pretendía ser humillante pero que yo convertí en un encierro de una hora y que consideré un castigo más para ellas que para mí porque les suponía una hora menos de docencia y, por tanto, de conocimientos.
     Sin embargo, la más entrañable por su espontaneidad es la que recibí en el primer instituto en el que he estado este curso. En el grupo de 3º de la ESO sólo tuve la oportunidad de dar una clase porque los alumnos habían estado comprometidos con una conferencia y una salida. Al terminar la lección e informar de que el lunes siguiente ya tendrían a la titular de vuelta, una niña que había permanecido en la tercera fila sin destacarse especialmente me dijo: "¡Oh, yo no quiero que te vayas! Con la otra me duermo en todas las clases y contigo no me he dormido ni un minuto!"
      Junto con el saludo que aparece transcrito en la pizarra de la foto, creo que es el mejor cumplido que puede hacerte hoy día un alumno de Secundaria.