miércoles, 11 de julio de 2012

HEROÍSMO O EXCELENCIA (1)

El curso se termina con un claustro de todos los profesores en el que se debaten y votan propuestas para el siguiente curso. La polémica está servida.

Educación defiende que el impacto de sus medidas de ahorro en la calidad será “escaso o nulo”
(http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/17/vidayartes/1334691739_723298.html)

La educación de los adolescentes requiere mucha creatividad. Las materias impartidas en todo el orbe occidental derivan, como todo el mundo sabe, del trivium y el quadrivium latino, añadiéndose la educación física sólo desde el siglo XX, cuando se introdujo en las sociedades industriales la noción de higiene física y mental para que el trabajador no sucumbiera tan fácilmente a las penurias del trabajo en las fábricas y a los estragos de un ocio mal encauzado que solía estar representado por las tabernas y los lupanares. En resumen, se trataba de inculcar al habitante de las ciudades las bondades que para su organismo y vida futura cargaba ese lema latino que todos hemos citado alguna vez: mens sana in corpore sano.

Los contenidos de las materias, que actualmente se conocen como el curriculum, llegan a los libros de textos dictadas desde las altas esferas de los departamentos de Educación estatales, se supone que elaboradas por los profesionales más expertos en su campo. Las últimas leyes educativas ponen un énfasis especial en la pedagogía más que en los saberes, pues se considera que cualquier muchacho tiene hoy a su alcance todo el saber que la humanidad ha conseguido acumular a lo largo de los siglos en lo que se ha dado en decir "en un golpe de clic". Sin embargo, como ese saber accesible lo es de forma desordenada (o según el orden que crean los logaritmos de indexación Google), el joven educando necesita asimilar unos criterios para discernir qué saberes son fiables y convenientes para su nivel de formación. Ahí es donde el profesor parece ser, por fin, imprescindible.

La introducción de las tecnologías de la información (TIC) en las aulas no ha sido la revolución pedagógica que se auguraba, principalmente porque ésta depende, primero, de la asignación de recursos a cada centro y, después, de la economía de las familias para financiar el famoso ordenador personal que tan feliz hacía al hoy expresidente Zapatero cuando se llenaba la boca prometiendo uno para cada alumno, y, por supuesto, los libros digitales que sustituirían a los de papel. Sí ha sido interesante que cada aula dispusiera de un proyector para introducir los recursos digitales, de modo que todos los estudiantes están concentrados en el mismo asunto y el profesor puede centrar el interés en un aspecto concreto de la materia, que resulta más atractivo cuando se combinan los elementos visuales y auditivos y exigen una participación activa del alumno.
Es un tópico decir que muchos profesores no aplican las TIC en el aula porque desconocen el manejo de los programas informáticos más comunes y son reacios a desprenderse de la aureola del magister que reina en el aula cuando noquea a la concurrencia con la erudición de sus lecciones magistrales. También se dice que son muchas veces los alumnos quienes tienen que enseñar a los profesores el funcionamiento de las herramientas informáticas y que por ahí el docente pierde mucha de su autoridad intelectual y, por tanto, ascendente moral sobre sus pupilos.


Todo eso es una completa memez.

Nunca he estado en un instituto en el que el alumno supiera más que un profesor. En ninguna materia. Otra cosa es vérselas con un proyector o una pizarra digital que uno no sabe cómo conectar, apagar o regular. Lógicamente, antes de molestar a un compañero profesor se recurre a los alumnos, casi siempre duchos en el arte de toquetear herramientas cuya reparación no van a sufragar si, llegado el caso, las estropean o rompen por su torpeza o brutalidad.
Personalmente, considero un gran avance la introducción de las TIC en la enseñanza porque la ha hecho más amena, variada, rica, plural y motivadora. Y el súmmum es en la enseñanza de lenguas, donde el profesor puede utilizar  recursos que antes costaba mucho adquirir o conseguir, desde un texto literario o periodístico, una canción, un fragmento de película o una realización audiovisual o radiofónica. Hoy día todo esto es accesible desde el ordenador.

Por supuesto, la calidad de los contenidos es heterogénea y una buena programación depende de la selección realizada por los responsables de cada nivel: desde los redactores de los libros, a la jefa de departamento que elige un libro de texto y el profesor que lo enriquece con materiales adicionales. Que los alumnos tengan más ganas de estudiar o trabajar no depende del libro, pero es cierto que sin ellos resulta más comprometido trabajar con determinados grupos de edad.

Este año ha habido un buen lío con el programa 1:1, es decir, la introducción del libro digital en el aula. Para muchos, un fracaso porque se ha hecho de manera precipitada y, como es habitual, la conexión a Internet no ha sido siempre fiable, por no hablar de las veces en las que los alumnos se pasaban a Facebook u otros programas más de su gusto. En mi caso, he recurrido a las TIC para presentar mis propios Power Point con temas de gramática en los que ejemplificaba el ejercicio que les iba a pedir que repitieran. Por supuesto, he encontrado un gran aliado en http://www.francaisfacile.com/, que gusta mucho a los alumnos por su fácil comprensión, así como en la famosa y nunca bien ponderada Carmen Vera y su enlace sobre la canción francófona: http://platea.pntic.mec.es/cvera/hotpot/chansons/. Por supuesto, también ha habido fotocopias de ejercicios clásicos y tipo test, lecturas en voz alta repitiendo lo que dice la profesora, además de algún que otro Youtube, numerosas audiciones para la comprensión oral y una o dos películas por grupo.

En conjunto, los alumnos han gozado de todos los medios a nuestra disposición para ampliar sus conocimientos de francés. Al final, la diferencia de resultados entre unos u otros se debe, sin duda, a la prioridad acordada a la asignatura, a los hábitos de estudio, a la autoestima que se han ido forjando a lo largo de los años en relación con su coeficiente intelectual, a la dinámica de grupo, a la política docente del centro y, en última instancia, a la relación personal que establecen con el profesor de cada materia.
De todos estos puntos, y me dejo por señalar otros tan importante como el refuerzo familiar, los recursos del centro y su entorno socioeconómico,... dos me parecen fundamentales: el de la autoestima personal y el papel del equipo docente.
Por eso se me ha ocurrido titular este post HEROÍSMO O EXCELENCIA.