domingo, 13 de mayo de 2012

LA SÍNTESIS IMPOSIBLE




Han pasado muchos días sin que me acercara al blog, y no porque no tuviera cosas que decir sino por lo cansada que estaba de la actividad docente. En marzo hubo un intercambio con Montpellier (ya le dedicaré alguna entrada) y luego pasaron las vacaciones y de nuevo nos encontramos con los franceses en nuestro instituto. Fue un constante ir y venir, además de proseguir con mis clases, de rellenar los huecos con actividades y deberes que teóricamente debían hacer cumplir los profesores de guardia (también eso merece una entrada) y después recuperar el tiempo perdido acelerando en la marcha del curso.
Como está claro que esta sustitución se ha convertido en un interinaje, asumo la responsabilidad de todo el curso y la constante crítica de muchas alumnas (son mayoría) cuando el curso, que debería ser una "maría", se vuelve tan exigente como cualquier otra asignatura. Mi respuesta es siempre la misma: "A mí me pagan igual que a los otros profesores, así que se supone que tengo que trabajar lo mismo que todos."
Lo cierto es que estoy harta de tener que luchar por hacer bien mi trabajo y quedarme sólo en el intento. La infantilización generalizada hace que los adolescentes consideren un derecho mantenerse en la ignorancia. Una hubo el lunes pasado que así lo dijo: que estaba contenta con su ausencia de conocimientos. Tal vez peco de exceso de responsabilidad, pero al final no se trata sólo de que ellos sean más o menos ignorantes o estén peor o mejor formados. El problema es que esas personas que de jóvenes rechazan el esfuerzo intelectual, también lo harán cuando sean adultos y puedan disponer de sí mismos para configurar su conciencia según su propio criterio. Este tipo de personas luego no sólo no son buenos ciudadanos, sino que también son individuos proclives a dejarse llevar por sus instintos, por sus deseos más primarios y que reaccionan temperamentalmente a las frustraciones, rechazando su responsabilidad en todo aquello que no sale como esperaban.
La incapacidad para llegar a gestionar correctamente sus emociones, instintos e ideas para alcanzar un equilibrio y una serenidad medianos, tampoco pido que se conviertan en gurus, los convierte en bombas de explosión retardada, esa gente que luego pide "mano dura" al que manda, una mano dura que les da seguridad porque les marca el camino y crea una realidad en que las cosas aparentan seguir una dinámica natural, previsible. Todo con tal de no pensar, de no esforzarse, de no crear.
Lamentablemente, las minorías responsables no pueden contrarrestar el caos que siembran esos otros sujetos, que acaban siendo la carne de cañón de cada época. O, buscando un paralelismo con las nuevas armas del terror actual, son los kamikazes del sistema educativo, que no conformarse con inmolarse ellos, pretenden arrastrar consigo aquello que no les gusta, los limita, los anula...
No es raro tampoco que algunos de estos, en el caso de los varones, sean los "seguratas" que atizan a la mínima en las puertas de las discotecas o en los andenes de las estaciones de cercanías, o los sociópatas que llevan un país a la ruina con sus tejemanejes financieros o sus corruptelas de baja pero constante intensidad.
O serán esas mujeres que se empachan de telerrealidad y se diseñan física y mentalmente de acuerdo con los estereotipos que la sociedad de consumo ha creado para ellas: vulgares, vocingleras, pseudoliberadas... y perfectamente depiladas.