miércoles, 20 de julio de 2011

ESCUELA DE CALOR (1). El inglés de los pobres



Este año me apunté a dos cursos completamente distintos. El primero: Correcció, normativa i ús del català pretendía dotarnos de criterios para corregir textos catalanes actuales. La mayoría de los compañeros son profesores especializados y unos pocos profesionales de instituciones públicas que deben manejarse con textos que exigen un dominio muy elevado de la norma.

Cualquiera que lea esto pensará que el mínimo exigible en un empleado obligado a redactar comunicados y textos formales es tener un dominio absoluto de los registros lingüísticos de su idioma. Es improbable que un hospital (por nombrar una institución universal) inglesa, francesa o italiana contrate a personal para su Gabinete de Prensa que tenga que detenerse a reflexionar sobre el uso de pronombres, preposiciones, gerundios ¡o el ser y el estar! Y que dentro de estas reflexiones uno de los valores fundamentales para utilizarlos sea la consideración de ser más o menos "genuino".

Pero, claro, es que no estamos hablando de cualquier idioma. Estamos hablando del catalán. Una lengua románica que ha sufrido una evolución bifurcada. Por un lado está la lengua natural, la que se ha conservado dentro del núcleo familiar y/o en territorios pequeños donde era la única herramienta de comunicación entre hablantes dejados de la mano de los poderes fácticos y que por eso ha podido conservar una riqueza léxica digna de admiración. Y por otra la lengua académica sistematizada desde finales del XIX con la creación del Diccionari y los posteriores añadidos y mejoras en función de los cambios socioculturales.

La Normalización derivada de la reinstauración de la democracia en España ha implantado el catalán como lengua vehicular en la escuela con el fin de salvarla de la desaparición y de mejorar el dominio de sus hablantes, soñando en generaciones de estudiantes capaces de manejarse perfectamente en las dos lenguas oficiales del Estado.

Pero después de casi un cuarto de siglo de inmersión (si no me equivoco en los cálculos) el resultado de ese programa puede considerarse globalmente un fracaso rotundo. El empobrecimiento lingüístico es manifiesto en castellano y en catalán. ¿Por qué?

Pues, como decía mi madre: entre todos la mataron y ella sola se murió.

No voy a detenerme a examinar cuáles son los fallos del sistema, y cómo se explica que varias generaciones de jóvenes nacidos o criados y escolarizados en Cataluña no tengan un excelente dominio de su idioma. Salvo honrosas excepciones, que más se deben a la influencia familiar o a la automotivación que a la calidad de los currículums escolares, se escribe y se habla mal en castellano, y el catalán es para muchos alumnos de ciudades grandes y medianas una lengua que hay que conocer pero cuyo uso se procura evitar en la medida de lo posible.

Por eso sigue sorprendiéndome el énfasis ingenuo que ponen políticos y docentes en enseñar inglés desde la más tierna infancia, insistiendo en su carácter de herramienta de comunicación global, universal. Por mi experiencia sé que la mayoría de los alumnos que cursan la ESO, -muchos de los cuales abandonarán los estudios sin titularse y otros no llegarán a acabar los ciclos formativos en los que se habrán precipitado hastiados de recibir los mismos conceptos año tras año..., no van a usar el inglés ni para ligar y como mucho van a aprenderse de oído la canción de moda del/la sex-symbol del momento sin entenderla e incapaces de generar frases nuevas a partir de esas mismas palabras.

Y a esos mismos colegas que se sorprenden como si les soltara una boutade que el inglés es para la mayoría de los alumnos una lengua muerta tan útil como el latín les digo que lo que deberían hacer es promover el conocimiento del catalán como la auténtica herramienta de promoción social para la mayoría de los residentes en Cataluña, tanto si son nativos como si no.

En definitiva, un buen dominio del catalán, antes que del inglés o cualquier otra lengua extranjera, es lo que hará que muchos de los jóvenes y no tan jóvenes que ahora se conforman con trabajos mal pagados lleguen a ascender en la escala social e incluso puedan llegar a sustituir en cargos y responsabilidades a aquellos que, por nacimiento o contactos, rigen y dirigen desde siempre la marcha de nuestra comunidad.

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