lunes, 29 de agosto de 2011

COMPETENCIAS BÁSICAS, o el arte infinitamente fecundo (3)


Como decía en el post anterior, es la condición de padre la que provocó en el artista una de las reinterpretaciones más interesantes del cuento de Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan: la de los adolescentes que vemos en la pantalla de vídeo.

Para Faustí Llucià, la adolescencia es ese periodo en el que el joven se plantea su destino como un camino y esa Y actúa en el propio relato vital como una disyuntiva más que como una conjunción copulativa: hacer esto o aquello, decidirse por esto y por lo otro... Es una fase muy rica y de mucho desgaste que, desde el exterior, se percibe básicamente como un caos egocéntrico en el que el nuevo ser que ya no es un niño lo desea todo pero no está dispuesto a perder nada. No sería muy exagerado decir que a esas edades, también llamadas "ingratas", el deseo lo es todo. Y, sin embargo, los que tienen hijos cruzando esa travesía relatan la comunicación con el adolescente como el enésimo choque contra una fortaleza inexpugnable que, como mucho, baja el portalón para que se le introduzca comida (y seguir así soportando el asedio de las muchas expectativas adultas). Puede sonar hiperbólico, pero los padres como cronistas tienen menos credibilidad que un espejo con el azogue deslustrado.

Y aquí es donde la iniciativa de Faustí de sacar a los adolescentes de su contexto habitual como grupo, la clase, para solicitarles que lean el cuento y escojan los términos unidos por la Y con los que más se identifiquen o les gusten, supera su condición de experiencia artística para ser también educativa, en el sentido más rico del término: la educación como formación, como construcción, como representación, y no como simple adquisición de saberes.

Por supuesto que habrá estado bien que los alumnos lean una obra de Borges, y máxime siendo ésta corta y tener de ingredientes la sencillez constructiva, la linealidad narrativa, una intriga que acompaña a la fatalidad agazapada en las opciones personales y a la satisfacción del cumplimiento del propio destino. Todos estos elementos se habrán derramado consciente o inconscientemente por sus mentes, se habrán cruzado y solapado con sus experiencias y habrán ampliado sus miras para reconoce que la buena literatura, como el buen arte en general, también habla de ellos.

Es este punto, derivado de una experiencia que rompe con la rutina del aula, el que puede entroncar realmente con las buenas intenciones desplegadas en la (¡y van!) nueva Ley de Educación que estructura el itinerario formativo en ocho competencias básicas. Precisamente la (1) competencia lingüística actúa aquí como aliciente de las siguientes convocadas, que son la (5) social y ciudadana, porque los jóvenes participantes demuestran empatía al aceptar entrar en un proyecto creativo ajeno; la (6) cultural y artística, porque tienen que encarar la experiencia desde su vinculación con una tradición y asimismo proyectarla como algo original, nunca visto; la (7) de aprender a aprender, porque se enfrentan al texto y a la actuación delante de la cámara desde sus propios parámetros; y la (8) de autonomía e iniciativa personal, porque desde su propia libertad eligieron qué elementos del texto hacían suyos para decirlos ante la cámara.

Por estos argumentos he ampliado el título de estos 3 posts con la apostilla, "el arte infinitamente fecundo". Porque se trata de que existió un escritor que leyó mucho y amó mucho todo lo que leyó y ese amor dio a luz una infinidad de relatos que saciaron el anhelo de fantasías y conocimientos de miles y miles de lectores de todo el mundo, muchos de los cuales llegaron a su obra a través de la recomendación de algún amigo, maestro o un ser querido, y a su vez mantuvieron la cadena de recomendaciones para que la obra de Borges enriqueciera la vida de otros anhelantes lectores.

Entre esos lectores hubo uno (al que me imagino estirado en un sofá dispuesto a pasar un buen rato) que se complació con la historia narrada pero que sintió que algo lo alertaba de que aquella sintaxis, pensada para hipnotizarlo y conducirlo hacia un final incuestionable, resonaba como el eco de una vivencia propia muy cercana en el tiempo: la de su hijo entrando en la adolescencia, tal vez sometido a una tormenta de disyuntivas y elecciones ante lo que podría ser su futuro. Y, cuando acaba la lectura, sabe que ésta no quedará ahí, que la despiezará para hallar los detalles que punzan y hieren y creará con ellos una obra también fragmentada que cobrará un sentido nuevo, para él y para quien se sienta interpelado por el prado de conjunciones y el monótono bucle de primeros planos enunciando una enigmática sucesión de mantras que tienen como finalidad recordarnos que todos vamos a morir. Y, como el protagonista del cuento, que cada elección es un sendero que se bifurca.

martes, 23 de agosto de 2011

RETRATO DE ASTEROIDE CON PELOS Y SEÑALES


http://www.publico.es/ciencias/389794/retrato-de-un-gran-asteroide-con-pelos-y-senales


o El arte de titular, porque utilizar la expresión "pelos y señales" para hablar del asteroide Vesta (para unos un protoplaneta, paraotros un meteorito) es poco acertado, aunque haya servido para atraer la atención de una parte del público no especialmente interesado en noticias relacionadas con la astronomía o las ciencias de la naturaleza.

Porque la pequeña "litoesfera", que es noticia por las primeras imágenes enviadas por la sonda Dawn de la NASA, sí muestra señales de impactos (los científicos especulan que pueden deberse a un choque con otro planeta, del que tal vez se desgajó), pero de momento no se perciben rastros de pelos de ningún color ni longitud, señal de su vacío existencial (ahora ya también utilizo el recurso de la personificación para hablar de algo que nunca ha conocido la presencia humana).