lunes, 22 de septiembre de 2014

15 DE SEPTIEMBRE, LA RENTRÉE

Aún no son las ocho de la mañana cuando estos adolescentes se encuentran de camino a su instituto en Les Fonts (Terrassa - Barcelona).

El lunes cada curso entra a una hora diferente para recibir las agendas, horarios y conocer a los profesores y tutores que tendrá en el grupo que se le haya asignado.

Unas profesoras de una escuela primaria de Barcelona inician el curso con las camisetas reivindicativas contra la política austericida de los gobiernos autonómico y central. 

      A pesar de mis temores a que mi nuevo destino estuviera mal comunicado una vez saliera del tren de los FF. CC., lo cierto es que un autobús local me lleva a mi destino en apenas 5 minutos, lo que quiere decir que también cabe llegar andando con un corto paseo. Por si fuera poco, esas extremidades urbanas de las ciudades conocidas como "polígonos" resultan de lo más pintorescas a la vista, por la conjunción de edificaciones de escasa reflexión arquitectónica y muestras de "asentamientos humanos" desordenados que se remontan a los años del desarrollismo, allá por los años sesenta y posteriores, unas casas de escaso valor estético pero con bastante desahogo espacial, lo que ha facilitado que se vieran sustituidas recientemente por viviendas de mejor calidad destinadas a moradores con mayor poder adquisitivo. Lo más interesante para mí es la presencia de los hipermercado LIDL y ALDI a dos pasos de la estación, una gran ventaja a la hora de resolver el tema de la compra semanal, y con sus cuantiosas ofertas de alimentación ecológica y bio a un precio asequible.
     El instituto se encuentra oculto entre un grupo de viviendas de muy escasa calidad que quedan en una especie de hondonada y una parte del parque natural de la Serra de Galliners. Por fuera repite la imagen de tantos otros por los que he rtransitado, con su fachada de hormigón, grandes ventanales y protecciones metálicas oxidadas con el tiempo. Hay algunos árboles pero predomina el firme duro, como si el arquitecto hubieran pensado que no hacía falta crear y diseñar un jardín estando rodeados de árboles.
      Por suerte, es un instituto pequeño, con pocos alumnos y profesores y eso parece que siempre es una ventaja a la hora de gestionarlo y a los alumnos les ofrece la sensación de estar más acogidos y reconocidos por los profesores.
     En cuaquier caso, el primer día, e incluso la primera semana, poco se puede hacer si no es comprobar que todo funciona, que los alumnos cuentan con el material recomendado y que los grupos de optativas están formados. En la primera clase también se da uno cuenta del percal que tiene en las aulas, pues la naturaleza humana es tan dada al costumbrismo, que ya desde la más tierna infancia uno tiene la tendencia de manifestarse tal como es y sentar las bases de la dinámica que va a seguir con los profesores y compañeros, así como con la materia a estudiar.
En el teatro del mundo los actores de la educación ya empiezan a recitar sus papeles. Esperemos que la improvisación no tenga que salir siempre en auxilio de la programación.

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