
El curso pasado empezó antes y a cambio se les ofreció a los profesores una semana de vacaciones allí donde siempre se intercalaba una semana de viajes para los alumnos. Las agencias de viajes se congratulaban porque tenían a los funcionarios docentes como buenos clientes, ya que no estaban sujetos a bajas en sus salarios, aunque luego se introdujera el 5%. Naturalmente, los padres se quejaron de que no tenían dónde "colocar" a los hijos, ya que en este mundo capitalista, adultos y niños suelen estar bien localizables en sus diferentes aparcamientos sociales, llámese trabajo remunerado, llámese enseñanza obligatoria. Lo cierto es que muchos colegas sí salieron de vacaciones con gastos de hotel incluidos, y yo misma pasé la semana de marras en Mallorca, pelándome de frío dentro y fuera de la casa de mi amiga Magda, dedicada a traducir y a hacer una cierta terapia corporal que me hacía mucha falta.
Con CiU en el Govern, y su consabido odio a los funcionarios y a todo lo que sea estatal, salvo el dinero que ellos se embolsan y manejan a discreción para sus infinidad de fundaciones, empresas afines y cargos situados a dedo, la ofensa que suponía el cierre de centros para las familias, que veían cómo sus profesores se ganaban una semana libre, ya se sabe ¡esos vagos!, mientras ellos seguían en el tajo, cortaron radicalmente la iniciativa del Tripartit, ¡esa anomalía histórica!, sin devolver en contrapartida el inicio de las clases a su fecha habitual, con la consabida precipitación en la organización de grupos, asignación de interinos y demás detalles que sólo conoce el que está dentro de un centro docente.
Pues, bien, este año se ha anulado la semana blanca como vacacional para los profesores, que no para los alumnos, muchos de los cuales han salido de viaje al extranjero o de colonias, con el consabido gasto para los padres; un gasto, hay que apuntar, seguramente muy superior al que tuvieron que hacer el año anterior, con los presuntos gastos para tener entretenida a la muchachada mientras los padres trabajaban. Pero, en fin, la contradicción es la norma en la dialéctica sociedad/trabajadores públicos.
Pues, bien, este año se ha anulado la semana blanca como vacacional para los profesores, que no para los alumnos, muchos de los cuales han salido de viaje al extranjero o de colonias, con el consabido gasto para los padres; un gasto, hay que apuntar, seguramente muy superior al que tuvieron que hacer el año anterior, con los presuntos gastos para tener entretenida a la muchachada mientras los padres trabajaban. Pero, en fin, la contradicción es la norma en la dialéctica sociedad/trabajadores públicos.
En el instituto de Ripollet la salida lúdico-educativa concernía sólo a los alumnos de 2º, 4º de ESO y 1º de Bachillerato. A pesar de mi ilusión por conocer Berlín, llegué tarde para postularme como acompañante de los alumnos de bachillerato, así que tuve que proseguir con mis clases habituales y entretener a los que, por diversas razones, incluidas las económicas, no salían de viaje. Pero, como yo tenía en mente que una semana cultural significa cambiar de contenidos, idée un plan para introducir la fotografía en las aulas.
Ya en mis presentaciones de Power Point para tratar algunos temas gramaticales utilizo algunas de mis fotografías, una forma de hacer más interesantes las clases ya que los alumnos son chafarderos por definición y por condición cronológica y siempre quieren saber qué vida lleva una fuera de las aulas.
Esta vez no podía dejar de inculcarles que la fotografía fue una invención francesa y que la llamada "fotografía de calle" tiene entre los galos a artistas superiores que amplían nuestra empatía con el resto de la humanidad, además de hacernos más cultos con las imágenes de los acontecimientos históricos que han jalonado nuestra historia.
Empécé presentando algunas fotografías de Robert Doisneau y autores afines y luego les di algunos principios elementales sobre el arte de captar el instante. Seguidamente, algunos con sus propias cámaras y la mayoría con mi Canon G11, salimos al patio y bajo un sol por fin cálido y radiante nos pusimos al servicio de la creatividad visual.
El grupo de 3º de ESO demostró estar muy cohesionado, presentando bastantes ejemplos de creatividad conceptual muy interesantes, a pesar de carecer de conocimientos técnicos. Como adolescentes que son, trabajaron muy bien ideas relacionadas con la presencia corporal y la interrelación de unas compañeras con otras (porque, hay que decirlo, sólo hay un varón en el grupo). Las fotografías tomadas con móviles o Iphones tienen el inconveniente de no poder regular los controles, con lo que la máxima creatividad se imponía en el encuadre, ya que no en la iluminación o la profundidad de campo. Por cierto, las fotos que hice yo desde el Iphone se distinguen porque en todas ellas sale mi dedo.
Más tontorrones se manifestaron los de 4º de la ESO. El grupo que no viajaba a Italia se negó a dar la cara ante la cámara y, a sugerencia mía, jugaron con sus sombras para crear una secuencia de la que he sacado partido creando el mosaico que aparece como ilustración de este artículo.
El grupo de 2º también estaba formado por niñas, ya que el único chaval que no fue de excursión se desgajó del grupo fotográfico para lanzarse entusiasmado a la cancha de baloncesto. Las chicas tenían veleidades de modelos, pero sus poses recordaban más las fotonovelas de los años setenta que el dinamismo de la actual foto de moda. Aquí sí que tuve que intervenir para que la cursilería no derritiera la pantalla de la cámara. Es gracioso constar cómo las expresiones y miradas pseudoseductoras, que en mi opinión estaban más cerca del garrulismo que del erotismo adulto, se tornaban miradas ingenuas y relajadas cuando las animaba a mirarme a mí, que las encuadraba contra una pared o el tronco de un árbol. Tengo que decir que este contraste entre la imagen auto-construida y la imagen real me inspiró bastante ternura.
El grupo de 2º también estaba formado por niñas, ya que el único chaval que no fue de excursión se desgajó del grupo fotográfico para lanzarse entusiasmado a la cancha de baloncesto. Las chicas tenían veleidades de modelos, pero sus poses recordaban más las fotonovelas de los años setenta que el dinamismo de la actual foto de moda. Aquí sí que tuve que intervenir para que la cursilería no derritiera la pantalla de la cámara. Es gracioso constar cómo las expresiones y miradas pseudoseductoras, que en mi opinión estaban más cerca del garrulismo que del erotismo adulto, se tornaban miradas ingenuas y relajadas cuando las animaba a mirarme a mí, que las encuadraba contra una pared o el tronco de un árbol. Tengo que decir que este contraste entre la imagen auto-construida y la imagen real me inspiró bastante ternura.
Y el resultado para mí más beneficioso de esta semana de escasa actividad docente y mucha interrelación personal ha sido el cambio de actitud de los alumnos hacia mi persona, mucho más abierta, confiada y simpática.
¡LA FOTOGRAFÍA DERRITE CORAZONES!