


La prensa pone atención regularmente a esos cambios, casi siempre bajo el prisma del conflicto entre locales y foráneos, insistiendo en la desconfianza hacia las costumbres y tradiciones culturales que podrían suponer una amenaza para nuestras libertades y estilo de vida, fomentando así la aparición de líderes populistas xenófobos.
Como todo eso no es más que una colección de tópicos que, también periódicamente, se alternan con otros tópicos "buenistas" en los que la persona emigrante se convierte en una especie de ángel exótico que va a dar color y calor a la fría y gris uniformidad europea, me abstendré de ahondar en los mismos y me limitaré a dar cuenta del acto que se celebró en el instituto en el que actualmente ejerzo de profesora de Francés desde el mes de noviembre.
Se trata de un Dinar de la Diversitat, en el que los alumnos aportaban voluntariamente un plato típico de su país o región de origen, dándose el caso de que se vean representados nada menos que cuatro continentes: Europa, Asia, África y América. Además de ser una experiencia muy gustosa, creo que eso también sirve para reforzar la autoestima de los recién llegados, que muchas veces no pueden destacarse académicamente por las dificultades idiomáticas y se ven incapaces de darse a conocer de otra manera.
La verdad es que todo estaba muy rico y fue una forma bonita de empatizar con alumnos con los que una tiene pocas ocasiones de confraternizar, ocupada en la dinámica de mantener el orden y la atención sobre la materia.
Bon profit! Bon appétit! ¡Qué aproveche!