
"Junqueras deshecha repetir la coalición con psc e icv en el senado"
"Duran insta a Rubalcaba a hacer más por el catalán y [a] eliminar la tercera hora de castellano"
Parece mentira, pero estos dos titulares se publicaron en la misma edición de La Vanguardia. En la primera noticia se informa de la clara determinación de los miembros del partido independentista catalán ERC de no coaligarse de nuevo con PSC e ICV, que tan malos réditos le dieron. El periodista se confunde con la ortografía y pone "deshecha" en lugar de "desecha", que sería el verbo elegido, aunque dentro del contexto resulta más certero poner "descarta". Si un periodista que escribe en castellano no percibe el garrafal error cometido, y tiene que ser un/a lector/a quien se lo descubra, mal vamos en materia de ortografía castellana.
En la segunda noticia, además del error de ignorar que se "insta a", el contenido de la noticia insiste en una de las constantes de las "lenguas en conflicto". La solución al problema del escaso conocimiento del catalán parece que se halla, según el político Duran i Lleida, en que se imparta una hora más que el castellano; o que es lo mismo, que el castellano se imparta como una segunda lengua extranjera, ya que el inglés no perderá ninguna de sus tres horas semanales sino que, al contrario, se intentará potenciarlo haciendo que algunos docentes impartan materias no lingüísticas en la lengua de Shakeaspeare y Lady Gaga.
Cada año, cuando se acercan los exámenes de Selectividad, se plantea el tema de la mayor o menos dificultad de los exámenes de Lengua Castellana en comparación con los de Catalán. Los profesores que habitualmente acompañan a sus alumnos afirman que los primeros son elementales y que eso se debe a una estrategia política destinada a convencer a los anticatalanes de que el castellano no está discriminado en las aulas, y que las notas de los examinandos lo demuestran año tras año.
Sea cierto o una leyenda docente más, el caso es que el conocimiento y dominio de la ortografía va en retroceso, como si fuera una vergüenza detenerse en su aprendizaje, una coacción a la libertad de expresarse tal como uno siente y desea.
Recientemente introduje un mensaje en el muro de Facebook del sindicato catalán USTEC en el que pedía que se cuidara la ortografía porque me dañaba la vista y la moral, además de estar dando un dejemplo pésimo. Además de algunas adhesiones conseguí unas cuantas críticas de participantes ofendidas porque se daban por aludidas de ese nulo conocimiento o esmero en expresarse en su propio idioma, fuera éste catalán o castellano, aunque principalmente era el primero. Las excusas que daban eran a veces peregrinas y una de ellas era, sencillamente, ¡que no estaban en el aula y podían escribir como quisieran!
P.S.: Esta fotografía la tomé la semana pasada en el instituto Angeleta Ferrer de Sant Cugat del Vallés, un oasis educativo en el que todos los profesores con los que hablé coincidían en ensalzar las virtudes del alumnado por su predisposición al aprendizaje y el respeto generalizado. Las causas de esa excelencia (una profesora llegó a decir que allí el porcentaje de alumnos capaces de alcanzarla era del 30-40%) merecen horas de reflexión y en el siguiente post me detendré a pensar por escrito en ellas.